¿Hacia dónde se dirige el mercado del envasado de alimentos? ¿Realmente el abandono de todo embalaje de plástico es el camino a seguir? ¿Es el papel la solución correcta? Como sociedad y como negocio, nos encontramos en un momento de cambio. Hemos conocido la amenaza de la contaminación por plástico y hemos experimentado sus efectos. Ahora ya sabemos que se han encontrado restos de microplásticos en el suelo, el aire e incluso en la sangre humana. Sabemos también que no es algo indiferente a la salud humana. En estas circunstancias, los legisladores obligan a los productores de envases a reducir de forma considerable la producción de envases de plástico.
La búsqueda de materiales de embalaje flexibles alternativos al plástico ha dado lugar a dos tipos de embalajes: envases de papel y envases de film, no a partir de combustibles fósiles, sino a partir de materias primas orgánicas renovables, como el almidón de maíz. Dichos films son materiales compostables, de los cuales existen dos tipos: compostables en sistemas domésticos y compostables en sistemas industriales. Ambos tipos están clasificados legalmente como 'otros tipos de plástico', o categoría 7. Aunque los films a base de materiales vegetales tienen buenas propiedades de barrera y protegen suficientemente el producto, no se han reconocido ampliamente hasta ahora, ganándose el nombre coloquial de 'bioplásticos'. Esta es únicamente una aproximación superficial a un tema complejo, pero muestra por qué el mercado del embalaje ha apostado por el papel.
El cambio del embalaje de plástico al del papel no puede hacerse sin reflexionar. Lo que se necesita aquí es un equilibrio medioambiental, conocimientos tecnológicos y capacidad de producción. Sin lugar a duda, es un proceso que se debería desarrollar, analizar y mejorar porque todavía no hemos llegado a una solución modélica. Y, desde luego, es un proceso que no debería tildarse de greenwashing, sino que debería verse como una verdadera batalla contra la contaminación medioambiental con plástico.
Por supuesto, no todos los productos son aptos para su envasado en papel, al igual que no todos los productos se pueden envasar en plástico. Las bolsas de papel con malla son perfectas para patatas o cebollas, por ejemplo, lo que ha sido confirmado por las pruebas de almacenaje. El mercado contemporáneo de las frutas y hortalizas es también un mercado de envases de conveniencia: de gramajes pequeños a medios. Esas porciones, como tienen una rotación rápida, no precisan de barreras adicionales ni tecnologías para extender la vida útil del producto y, por lo tanto, el argumento de que el envase de papel contribuye a elevar el desperdicio alimentario es inadecuado. Envasar dos kilos de patatas en una bolsa de plástico no tiene una justificación ecológica ni, en el largo plazo, una justificación económica. No obstante, hoy en día, los consumidores apenas tienen elección porque es la única forma en que se encuentran envasadas las patatas en los supermercados. Lo mismo ocurre con las bolsas de plástico de las manzanas o los cítricos. Parece que, hoy en día, lo mejor que podemos darles a nuestros clientes es educación y elección.